Los padres y los hijos

El cofre donde se guardan las esperanzas y otras cosas…

Los hijos somos una especie de cofre donde nuestros padres guardan con recelo todas sus esperanzas (las de ellos, conviene recalcarlo), sus anhelos, frustraciones, miserias humanas, ignorancia, creencias religiosas, dogmas, ideas políticas, limitaciones, miedos… Y todo ese equipaje con que carga todo ser humano.

Nacemos de unos padres que no tienen ni idea de lo que significa traer un hijo al mundo.

Y como hacemos con todas las palabras que forman los conceptos principales de nuestra sociedad: amor, libertad, amistad, humanidad, etc., y que reinterpretamos a nuestra conveniencia y de acuerdo a nuestro nivel educativo y status social, también hacemos lo mismo con el significado de la palabra padre, madre, hijo.

Nacemos de padres que, a su vez, también nacieron de padres a quienes nunca nadie instruyó en esa difícil tarea de «saber qué significa ser padres». Se va aprendiendo con ensayo y error (los que están dispuestos a ello, claro), pero a veces los errores se pagan muy caro tanto, para padres, como para hijos.

A medida que pasa el tiempo y los hijos van creciendo, también van creciendo los problemas, como es normal en esta sociedad, y los gastos que se generan: en alimentación, vestimenta, educación y actividades complementarias.

Sinceramente, yo creo que traer un ser humano a este mundo no es para nada lo mejor que te puede pasar tanto a ti como a él. El mundo en que vivimos actualmente es un verdadero infierno. Y al decir esto Dante se quedó pequeño en la primera de las tres cánticas de la Divina comedia.

El mundo que vivieron nuestros abuelos, fue difícil y complicado, también. Pero un poco más duro fue el de nuestros padres, y ahora a nuestros hijos se les viene encima enfrentarse a uno mucho peor.

La humanidad necesita soldados, esclavos y mujeres que provean de esta materia prima tan necesaria para mantener el negocio de las guerras, así como las grandes fábricas que mantienen a los amos de nuestras vidas. Y, en ese sentido, los padres juegan un papel imprescindible como proveedores del material necesario.

Somos parte de un eslabón de la cadena de producción vital de esta sociedad. Nuestros padres sin darse cuenta nos moldean, como también hicieron con ellos, para adaptarnos a un sistema social lleno de injusticias, guerras, explotación y esclavitud.

Se vislumbran en el horizonte de la humanidad catástrofes climáticas, virus cada vez más inmunes a las medicinas de que disponemos, si si tiene el dinero para acceder a ellas, claro. Y, por supuesto, se auguran guerras cada vez más letales.

Sin embargo afortunadamente, en nuestra sociedad actual, los padres cuentan hoy con un arma muy poderosa para no tener que pensar en eso. Gracias a la tecnología móvil y a las redes sociales, los padres cada vez están menos pendientes de sus hijos y del futuro que se les echará encima y terminará por devorarlos, convirtiéndolos en la masa necesaria que necesitan los engranajes del poder para triturarlos.

Al final de sus años acabarán, si tienen suerte, con el cuerpo magullado y exprimido, envejecidos después de haber producido su cota de trabajo exigido al sistema social y en una residencia de ancianos, porque sus hijos estarán, como ya sucede, muy ocupados trabajando para el sistema como para hacerse cargo y responsabilizarse de ellos.

Es necesario traer hijos a este mundo para mantener la cadena de producción. Y entre tanto, se permite hablar de: amor, amor de padres, amor incondicional, amor a Dios sobre todas las cosas, aunque nada de eso se entienda.